A veces tengo la sensación que la
gente dice cosas por decir, me atrevo a decir, incluso, que este hecho no solo
lo observo yo en mis alrededores, el meollo de la cuestión es que la gente no
lo suele decir o directamente, no se paran a pensarlo. Por este motivo a mí me
gustaría plasmarlo en este escrito y para explicar lo que me gustaría
transmitir quería empezar poniendo un ejemplo: la palabra “gracias”, esta
palabra tan frecuente y que oímos decenas de veces al cabo del día, pues bien, muchas
veces la gente dice gracias de forma tan común porque siempre lo han oído de
pequeños, la mayoría de veces ni siquiera nos damos cuenta de que lo hemos
dicho, pero así ha sido. Pero ¿realmente está todo el mundo agradecido cuando
dice semejante palabro? Mi opinión es no, que son palabras implícitas y
automatizadas a un favor o a algo que otra persona hace por ti. De hecho muchas
veces se nos olvida decirlo y siempre tenemos a alguien que nos dice: “¡de nada
¿eh?!”, a lo que rápidamente contestamos: “gracias, gracias” pasando, incluso,
en ocasiones, cierta vergüenza. En el otro extremo, podemos encontrar la
situación contraria, la situación en la cual una persona dice gracias y la otra
responde: “¿gracias por qué?”. Así que, por favor, pongámonos de acuerdo de
cuando damos las gracias y sobre todo, hagámoslo cuando realmente nos sentamos
agradecidos por el favor o el servicio que nos han dado.
Este mismo fenómeno ocurre cuando
una persona dice un refrán. A simple vista un refrán resulta acertado e
incluso, en muchas ocasiones, hasta gracioso, pero ¿realmente alguien se ha
parado a pensar lo absurdo que resulta un refrán? ¿Su contenido tiene algún
tipo de sentido de verdad? ¿No es posible decirlo de otra forma sin tener que
acudir al significado figurativo de la frase? ¿Se dice por su significado o
simplemente por simple automatismo? A todas estas preguntas hay que sumarle las
ocasiones en las cuales las personas se quedan perdidas sin saber qué significan
o también, aquellas en las cuales una persona dice una frase y nos quedamos
pensando: “¿eso es un refrán o es suyo”? En fin, no sé si una imagen vale más
que mil palabras (¡ya he dicho uno!) pero lo que está claro es que estas
palabras muchas veces no se entienden…
Dicen que ‘a mal tiempo, buena
cara’ como si nos importara el tiempo que hace para sonreír o llorar, para
saltar o para cagarnos en todo… dicen ‘a palabras necias, oídos sordos’ pero yo
oigo siempre, que preste atención es otra cosa… dicen ‘no digas nunca: de esta
agua no beberé’ y la verdad que no sé quien lo dice, pero cuando tenemos sed
bebemos de donde sea… dicen ‘matar dos pájaros de un tiro’ y no se dan cuenta
que eso es imposible… dicen ‘más vale pájaro en mano que cientos volando’ y yo
digo que yo siempre quiero los cientos… dicen ‘en boca cerrada no entran moscas’
y a mí nunca me ha entrado ninguna mosca y mira que hablo… dicen ‘sarna con
gusto no pica’ y yo digo que una mierda, la sarna pica con y sin gusto… dicen ‘hay
gato encerrado’ y yo pregunto que qué tiene que ver un gato en todo esto… dicen
‘a caballo regalado, no le mires el diente’ y no sé quién será el que se pone a
mirarle los dientes a un caballo cuando se lo regalan… dicen ‘en casa del
herrero, cuchara de palo’ y no sé qué importara como sea la cubertería de ese
señor y dicen ‘a quien madruga, dios ayuda’ y yo digo que llevo 25 años
madrugando y no he visto ningún milagro…
En resumen, gastamos mucha
saliva, pero la mayoría de ella para decir tonterías, así que ni pensar la que
gastan los inventores, manipuladores y prevaricadores que mueven el cotarro,
pero lo que está claro que hay cierta dificultad en el lenguaje figurado a la
hora de que las personas nos entendamos, no solo hay que saber qué significa
dicho refrán, sino que hay que saber enmarcarlo en el contexto en el que se
dice, vamos, lo que viene siendo casi un deporte de riesgo. A todo ello sumarle
la prosodia, la intención del mensaje y sobre todo quien emite el mensaje y a
quien va dirigido, ¿quién dijo que comunicarse es sencillo? Y pensar que es un
proceso psicológico básico…
En conclusión, comunicarse no
solo es importante, sino esencial en las personas y por tanto, su optimización
es imprescindible, ¡hagamos de la comunicación un hábito y de ese hábito un
arte!

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