Hoy día 22 de Septiembre, como cualquier
otro rutinario día, la gente en las redes sociales publica numerosos link de
vídeos, canciones o páginas para compartir con otras personas. Esas
publicaciones llegan a ser azarosas para los demás, ya que, la probabilidad de
que las demás personas vean esas publicaciones es directamente proporcional al
aburrimiento que éstos experimenten en el día. Ahí es donde quería llegar yo,
hoy mi azar decidió ver un video sobre cómo educar a los hijos que alguien
publicó, un vídeo que, desde mi punto de vista, tiene mucho partido.
Probablemente pueda criticar que
la persona que lo publicó le pusiera el título ‘verdades’, pero no lo haré por
dos motivos diferentes: por un lado, debemos aceptar que hay gente que tiene
una concepción de educación paternal muy enraizada en principios populares, es
decir, en lo que una persona cree que es adecuado para su hijo y su educación
porque lo ha oído en la calle, o más aún, porque lo ha visto en su familia,
pero estos principios no están asentados en lo real, lo práctico y en
definitiva, en lo correcto. Por otro lado y en segundo lugar, no criticaré
dicha nomenclatura del vídeo porque creo que los padres se equivocan cuando
educan a sus hijos, frecuentemente dicen la frase: ‘cuando sea padre lo haré
mejor de cómo lo han hecho conmigo mis padres’, sin preocuparse por los matices
y yéndose a los extremos. De forma ilustrada vemos que padres en potencia que
sus antecedentes fueron lo más restrictivos que puede existir, y se convierten
en padres totalmente permisivos, sin saber que dentro de toda la gama de colores
existen los grises.
Sin embargo, sí criticaré el
video, más que el vídeo, la psicóloga que, desde bajo mi punto de vista, no
solo dice cosas que no me parecen adecuadas, sino que me parecen básicas para
dedicarse al mundo de la psicología y que, además, sigue perpetuando esa visión
de la educación tan enraizada en ideas populares de la que anteriormente
hablaba. Nosotros, los psicólogos, y más aún, aquellos que se dedican al campo
de la educación, tienen que tener una idea de desarrollo mediado no innato y
por tanto, no solo considero que su visión arcaica de educación no es adecuada,
sino contraproducente con aquello que llamamos educación.
En su discurso comienza diciendo,
una buena forma de comenzar un discurso de educación, por cierto, que los hijos
de hoy en día no tienen miedo a sus padres, que vosotros, referidos a los de su
edad, sois la última generación que tenían miedo a sus padres. Me gustaría
decir que así sin más, parece que describe una realidad, que ciertamente es
así, ya que los jóvenes no tienen el mismo respeto que antes a sus mayores,
pero lo que me parece sorprendente, realmente sorprendente, es que lo vea como
algo negativo el no tener miedo y, por el contrario, positivo el tener miedo a
tus progenitores. Déjeme decirle que tenerle miedo a tus padres no es lo
correcto, hablamos de miedo, una emoción primaria, una emoción que nos ayuda a
escapar de un peligro, como un león o un tigre con boca abierta, un peligro,
que va en contra de una figura de seguridad, que es lo que debe ser un padre y
una madre. Es cierto que tiempos anteriores los hijos tenían más miedo a sus
padres que en la actualidad, pero por una clara razón, sus métodos coercitivos
de educación, tales como un bofetón o amenaza, ¿realmente defendemos eso como
método educativo y luego pedimos que ellos sean comunicativos y no agresivos?
Por otra parte, pero no menos
importante, también habla de que hoy en día los padres preguntan a sus hijos sobre
ciertos temas como por ejemplo: qué van a comer o si van a ir o no a visitar a
su abuela y le da un cierto tono satírico, como si se tratara de un disparate y
por el contrario, defiende que hay que imponérselo, como una ley, una
obligación, sin posibilidad de negociación. Cree que los hijos no son capaces
de comer verduras o de comprometerse en ir a visitar a su abuela, como si por
arte de magia, sus principios vinieran de fábrica, inamovibles e irreversibles y
no, frutos de la educación que están recibiendo, algo temporal, inestable y
modificable. Déjeme decirle que se equivoca, defiende el término autoridad como
único método de imposición, todo lo que no cumple este criterio, es permisividad,
como si dentro de esos dos extremos hubiera eco, para nada es así. Defiende
métodos autoritarios de educación como la única forma de que tus hijos hagan
aquello que los padres consideran adecuado (como si todo lo que hacen los
padres fuera adecuado) y se equivoca, ¿quizás no hay otra forma de que unos
hijos sigan unas normas sin utilizar imposiciones?, realmente si existe, se
llama padre autoritativos, en contra de lo que usted defiende, padres
autoritarios.
Ser autoritativo significa poner
límites, ponerlos mediante el diálogo, la comunicación y la negociación, es
decir, un método democrático de educación, curiosamente son principios que
exigimos a nuestros hijos, pero que pocos padres son los que actúan como
modelos de tal. Claro que un hijo comerá legumbres, si no lo sabe, me atrevo a
decir que raro siendo psicóloga, puede negociarlo con el niño diciéndole, por
ejemplo: ‘si hoy comes lentejas, mañana te preparo para comer tu plato
preferido’, o a corto plazo: ‘si comes las lentejas, te dejo comerte las
chucherías después’, sí psicóloga, el principio de Premack, principio de aprendizaje.
Del mismo modo con la visita a la abuela: ‘si vamos a visitar a la abuela,
después te dejo media hora más con el videojuego’, los ejemplos son
innumerables, pero todos ellos serían adecuados cuando los hijos no cumplan con
sus deberes de comer legumbres o de visitar a su abuela. Más aún déjeme decirle,
otra cosa que debería saber, que si acostumbra a sus hijos desde que el
principio a comer legumbres o a visitar a su abuela, será innecesario tener que
reeducarle porque el hábito estará creado, recuerde que los niños son una tabla
en blanco y no nacen rechazando las legumbres ni a la abuela.
Déjeme decirle que ser autoritativo
no sólo le ayudará a marcar su figura como padres y a llevar a sus hijos por el
‘buen camino’ si no que se hará en un ambiente adecuado, sin imposiciones ni
mandatos, sino bajo la opinión de todos los miembros de la familia como una
unidad, que no sólo ayudará a que todos los miembros estén a gusto, sino que
además favorecerá la autoestima de sus hijos, la capacidad de toma de
decisiones, comunicación y resolución de problemas con los demás, todo ello,
sin perder algo que parece que usted teme mucho, el control de sus hijos y su
figura de madre.
También dice frases, barbaridades
bajo mi punto de vista tales como: ‘Ser padre o ser madre significa ser ‘jodido’,
yo no puedo ser grata como mamá, yo no le puedo caer bien a mis hijos’, estas
afirmaciones no sólo vuelven a ser muy controvertidas, sino que además, carecen
de sentido común y va en contra de la visión de un padre o una madre, por
tanto, déjeme que le haga una pregunta: ¿Cuánto más ‘jodido’ es un padre o una
madre, menos amigo o amiga es con su hijo, mejor madre o padre es?, la
respuesta es clara, en absoluto es así, más bien lo contrario, nacer y crecer
en un círculo de protección, calor y cariño es necesario para el desarrollo
adecuado y, por otro lado, un padre o una madre no solo sería recomendable que
fuera amigo o amiga de su hijo, sino que además, ayudaría de forma muy positiva
al desarrollo de éste si fuera así, por tanto: ¿Cuál es el miedo de ser amigos?
¿Perder la autoridad? Déjeme volver a remitirle lo mismo, ¿ser amigos incluye
inevitablemente ser permisivo?, en absoluto, ¿tan disparatado resulta pensar
tener una relación de amistad con alguien que nos impone un respeto y unas
normas adecuadas? Ser autoritativo vuelve a ser la solución, educar bajo unas
normas negociadas, un control, pero sin renunciar a la intimidad y el afecto,
el compromiso y el entendimiento mutuo.
A todos estos principios, además
de ir en contra de una educación correcta hay que sumarle una gran
contradicción que en su discurso he oído, habla y comenta que lo que un niño
necesita es alguien que juegue a la pelota, en este caso, habla de un padre y
mi pregunta es: ¿no sería eso algo parecido a un amigo?, por lo tanto, el padre
no está haciendo sus funciones de padre, figura autoritaria, sino de amigo de
barrio, algo que va en contra de sus planteamientos anteriores.
Finalmente, el colofón de su
discurso es cuando habla que los niños han perdido la capacidad de agradecer y
que, en tiempos anteriores, se divertían con cualquier cosa, al contrario que
en la actualidad donde incluso los recursos y las actividades lúdicas son más numerosos.
Lo que me llama la atención de esta afirmación no es su contenido en sí sino
cómo lo dice, dando un cargo de culpa a ellos los niños. Los niños tienen de
todo y no se divierten, son maleducados y malcriados y lo tienen todo, no tienen
principios y... ¿es su culpa? No se equivoque, la culpa no es de ellos, es de
la educación recibida y, sin ofender, de personas que tienen opiniones de
educación similares a la usted.
Mejoremos la educación, seamos
autoritativos con nuestros hijos, rompamos con las creencias populares y las
experiencias, leamos de educación, aprendamos de nuestros errores, pero sobre todo, EDUQUEMOS.

